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viernes, 29 de mayo de 2015

UN LIBRO AL AZAR


Penúltimo día de vacaciones, hoy por fin la mañana sabía a fiesta, sin planes sólo hay lugar para la improvisación. La piscina de la urbanización suele estar vacía entre semana y mucho más en horario escolar de los niños que viven por aquí. No hay nadie más que nosotros, el agua muy azul cristalina, totalmente en calma parece llamarnos, muy fría pero tengo tantas ganas de bañarme que no tardamos en meternos. El entorno parece transportarnos a otro lugar, lejos.

Después de un rato disfrutando del entorno y de un tiempo estupendo, Luis decide volver a casa, yo me quedo un poco más. El último libro que le regalé queda sobre mi toalla, lo tomo y prosigo la lectura que inicié hace unos días. Me sumerjo paulatinamente, palabra a palabra en cada una de sus páginas. Tras unos minutos, tomo consciencia de cómo me está cautivando el autor con su relato. 

Entonces, me detengo a pensar un segundo y me pregunto: ¿será el destino lo que me llevó a él? 

Según una leyenda de mi región, dice la tradición que el día de Sant Jordi, los hombres compran una rosa a la mujer y, ésta un libro al hombre. En cinco años, a pesar de recibir mi rosa puntualmente cada 23 de abril, jamás le había comprado el regalo que me correspondía a mi pero, sin saber muy bien por qué, este año pensé en hacerlo. Aquella mañana, iba de camino al trabajo cunado en el margen de la carretera vi a una señora con un puestecillo, detuve el coche y, la mujer, muy amablemente me informó de que todos los beneficios de la venta irían a una protectora de animales y me encontré, en parte, en la obligación de comprar allí mi libro. Ojee entre todos los ejemplares expuestos sobre la mesa y uno llamó mi atención. Nunca había leído a Pablo Cohelo más que algunos párrafos que de vez en cuando colgaba un conocido Brasileño en Facebook. Visualicé rápidamente el prólogo, me pareció interesante, el libro era grueso y sus tapas duras, así que me pareció perfecto para regalárselo a mi chico.

Hoy, mientras el sol bronceaba mis piernas, la suave brisa de la mañana rozaba mi piel y, en medio de una tranquilidad indescriptible donde solo podía oírse el viento y el canto de algún pájaro, he podido sentir como cada frase de mi lectura iba calando en mí, todo era perfecto. Justo entonces he comprendido el mensaje, he entendido que este libro llegó a nosotros por una razón.





viernes, 22 de mayo de 2015

HOMBRES...

 

Hombres tan dulces que empalagan,
que te adulan y te alagan con palabras rosas, con frases azucaradas.
Hombres feos a rabiar y tan bellos por dentro...
hombres que  te hacen sonreír.
Hombres fuertes,
tan fuertes que perdieron el norte y no ven más allá de su reflejo en el espejo,
hombres narcisistas y egoístas,
hombres que olvidaron el "tu" para vivir inmersos en su "yo".
Hombres tiernos y sinceros,
que te colman de caricias,
que te colman de atenciones,
hombres que se preocupan por mujeres,
por sus risas, por sus llantos
que te llenan de consuelos.
Hombres interesados,
hombres falsos y aburridos
tan poco originales
que no tienen más técnica de conquistar que hablando de bocas, ojos y cabellos
cuando en su mente solo rondan  traseros, lenguas  y senos.
Hombres con valores,
hombres con creencias en si mismos y en los suyos,
hombres que jamás te defraudaran si te dieron su palabra.
Hombres embusteros,
mentirosos compulsivos, liantes empedernidos,
embaucadores por sistema.
Hombres valientes en la guerra y en la cama,
hombres sin miedo a nada,
dispuestos a embarcarse en cualquier batalla,
sin temor a mostrarse tal cual son.
Hombres ricos, acaudalados, millonarios
vacíos por dentro,
sin pudor a sacar la billetera para comprar silencios, bienes o personas. 
Hombres presumidos,
cuidadosos al extremo con su cuerpo,
hombres que pasan horas pensando qué ponerse,
hombres que se cuidan tanto o más que sus mujeres,
que consumen miles de cremas a diario,
a los que no les encontrarás un vello fuera de lugar y les encanta ir de shopping,
hombres bronceados e impolutos.
Hombres tontos,
carne de cañón para maleantes, "lagartijas" y depredadores varios,
hombres buenos,
hombres ingenuos.
Hombres emprendedores,
con energía y ganas para iniciar proyectos laborales y personales.
Hombres generosos,
generosos de cariño, generosos de riqueza,
excelentes amantes y complacientes maridos...
 hombres que enamoran cuando ahondas en su ser,



Tanta mención al género masculino, ¿Cómo no hablar del mío? Mezcla explosiva de todos ellos, una pizca de lo menos bueno de alguno y un generoso puñado de lo mejor de casi todos! ;P



 

martes, 19 de mayo de 2015

HE LLEGADO A ESA EDAD...




Leí esta frase hace unos meses en el estado de Facebook de una chica que venía a mi clase cuando éramos pequeñas y pensé para mi misma: "¿Si? Pues yo creo que cada vez pienso más las cosas antes hablar", (para no variar, yo al revés del mundo, contra corriente cual salmón río arriba...) Pero, no sé porqué, últimamente estoy algo más de acuerdo y es que he hecho la reflexión de que por mucho que piense antes de "vomitar" mi más sincera opinión, al final siempre le acaba disgustando a alguien así que, ¿Para qué voy a gastar energías mesurando mis reacciones?
 
Soy la típica "tonta" apasionada que se vuelca en todo lo que hace, en el trabajo, con la familia, con los amigos, hasta con los desconocidos, de esa gente que siempre intenta ayudar a los demás pero tan trasparente, impulsiva y, hasta cierto punto irritable, que muchas veces suelto las cosas, a oídos de los otros, de malas maneras, quizás porque espero subconscientemente que éstos me correspondan de la misma forma, puede ser... El caso es que das, das y das e intentas agradar siempre a todo el mundo que dejas de ser tu misma.
 
"Deberías ser así", "deberías actuar de tal forma", "no deberías contestar así", DEBERÍAS, NO DEBERÍAS, DEBERÍAS... Aaaarrrrrrrrrrggggggggggg!!!! Socorrooooo!!!
 
Total, que esta semana se me ha encendido la "bombilla", quizás he hallado la razón por la cual no me acabo de encontrar: Tengo que empezar por aceptarme a mi misma y los demás que hagan lo que quieran... y si, soy así... Necesito mi espacio lo cual me lleva a veces a ser anti-social y quiero estar sola o tranquila. No me gusta que me manden, me gusta llevar la iniciativa e ir a mi aire. No soporto que me mientan y si me engañan me sienta como una traición a todos los niveles. No me gusta la moda esta de los zapatones de plataformas blancas desproporcionadas ni las barbas a lo homeless, lo siento, se que es lo último pero detesto tanto una cosa como la otra. No soporto a la gente informal, a la que no tiene palabra, a la que huele mal, ni a los notas que solo quieren llamar la atención a toda costa vistiendo exagerados por exceso o por defecto (no hace falta enseñar el culo, dejar algo a la imaginación chicas!!! ni ponerse la ropa de papá que te viene 10 tallas grande!), ni los que van de graciosillos para ser el centro de atención o esa gente exagerada que te alagan hasta lo empalagoso y se les ve a la legua que te están haciendo la pelota, no, no me gusta nada de eso y he decidido que, tal vez, ya HE LLEGADO A ESA EDAD... en que no tengo por qué aguantarlo así, que muy educadamente, si algo no me agrada, me disculparan señores, pero me retiro a mi cueva.