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lunes, 10 de marzo de 2014

CRÓNICA DE UNA DESPEDIDA








Era un lunes del mes de enero, María se levantó con el firme propósito de no decirle nada a su joven marido, de no hablarle de la decisión que acababa de tomar justo unas horas antes, después de muchos días de confusión dándole vueltas y vueltas a su ya aturdida cabecita, sobre qué sería mejor para los dos. Para sí misma se repetía:

- “Le daré sus cosas y me mantendré serena como si todo fuera a seguir igual”.

No quería que Pablo sufriera por verla triste, se había imaginado más de un millón de veces, durante aquel fin de semana, dándole el más sincero de sus gestos de amor  y  marchándose para siempre sin hacer ruido.

De camino a su encuentro, la joven hizo un ejercicio de autocontrol para que el corazón no se le saliera del pecho. Sólo penaba en concentrarse, en no mostrar su angustia e intentar  hacerle llegar todo lo que sentía por él en un abrazo que ninguno olvidaría nunca. Nada más, no le quedaban fuerzas para hacer nada más.

Todo salió según lo había planeado, aunque la despedida resultó fría como el hielo y no podía creer que todo fuera a acabar así pero, en medio de su encarecida lucha interna entre el corazón y la razón, con los latidos aún acelerados y  lágrimas de desconsuelo e impotencia desbordándose imparables sobre sus mejillas,  recordó que todavía tenía algo que darle y volvió.

De nuevo, frente a frente, el rostro abatido de Pablo le rompía el alma y con las manos aún temblando, un silencio se hizo en medio del tumulto de la calle, entonces María no pudo aguantar más, un nudo irrefrenable subía por su garganta y pronunció las palabras más dolorosas que jamás habían salido de su boca, con la voz entrecortada sonó:

- “Me parece que esto se acaba aquí, no puedo más. Te amo con todas mis fuerzas pero me temo que no puede ser”.

La cara de Pablo se entristeció más si cabía y ella, mirándolo a los ojos acarició su mejilla y selló sus labios con un beso de dolor contenido que duró tan solo un instante, se dio la vuelta y se fue.

Ella subió al coche, no miró atrás pero sentía la mirada fija de él mientras se alejaba, Pablo permaneció inmóvil plantado como en medio de la nada, hasta que la imagen de la mujer que más había amado se alejaba, hasta que se desdibujó al final de la avenida. En cierto modo María, sentía el alivio de darle un respiro a su sufrimiento mientras, destrozada se preguntaba si sería capaz de sobrellevar la situación, si había hecho lo correcto, si se arrepentiría el resto de su vida.

Se repetía interiormente, disimulando para que nadie supiera de su dolor, que sabía que pasarían más de mil lunas o quizás todas las lunas que le quedaran por ver hasta que llegara el día que no le extrañara, que dejara de llorar por él al recordarlo. “Veré más de mil lunas soñando con que todo ha cambiado, soñando con que vuelvas.” Se repetía.

Nunca antes había experimentado una angustia semejante, la angustia de amar y dejar ir, la angustia de alejarse sin querer apartarse.


Aquella mañana María se marchó sumida y desbordada por  la pena, se fue para no interferir en las metas de su querido Pablo, se fue para no convertirse en un obstáculo, antepuso los deseos de Pablo a los suyos propios, pero cuentan que nunca perdió la esperanza de que todo pudiera volver a cambiar algún día y la vida la recompensó por su honorable gesto. 



4 comentarios:

  1. --- Nunca antes había experimentado una angustia semejante, la angustia de amar y dejar ir, la angustia de alejarse sin querer apartarse.--- Pues yo si lo he experimentado y es muy triste pero cuando interpones tu dignidad, entonces vale la pena.Muy lindo lo que has escrito.Un abrazo.

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  2. Gracias Idolidia.
    Te mando un súper abrazo!!!

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  3. Me pregunto si existe algo más importante en la vida ,que el hecho de que alguien pueda amarte de esa manera, yo creo que no...es la prueba sublime de amor incondicional, es precioso enhorabuena, un gran abrazo amiga Norita..

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  4. Jose, no te imaginas cómo me ha llegado tu comentario... A veces uno hace las cosas sin más, porque le salen y llegan al corazón de alguien, pues este es uno de esos casos.
    Y referente al amor de la historia pues si, aunque triste es un amor bonito y además el final deja una puerta abierta a la esperanza, una esperanza que se puede convertir en realidad, no quería dejarle sabor amargo a nadie.
    Un fuerte abrazo también para tí.

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